¿Estamos enfermos o nos mantienen enfermos?
En películas como El jardinero fiel se trata un tema que siempre ha estado ahí, pero que, si cabe, últimamente se ha vuelto a poner de moda por la temida gripe aviaria (que no aviar), la mayor o menor honestidad de las empresas farmaceúticas para expedir medicamentos "milagrosos" que cada vez más, atenúan los síntomas de una enfermedad, pero nunca acaban de curarla. La premisa básica es: Si una persona se cura completamente nunca volverá a necesitar un medicamento, con lo que, para seguir ganando dinero se deberá garantizar por un lado que esa cura se produzca lo más tarde posible, y que al mismo tiempo el paciente "viva" el mayor tiempo posible.
Sí, es una visión cruel, pero no por ello deja de ser una perfecta visión mercantilista. Hace poco tiempo el congreso de los EEUU y nuestro entrañable George W. Bush han aprobado una ley que permitirá a las farmaceúticas eludir cualquier responsabilidad provocada por la administración de medicamentos que generen efectos secundarios. Esta Ley ha sido promulgada con motivo de la temible influencia de la gripe aviaria de la que hablábamos antes. Al mismo tiempo, en los últimos años y en los mismos EEUU se llevan haciendo ensayos clínicos (por parte de empresas privadas con vinculaciones con las propias empresas farmaceúticas) con indigentes, o inmigrantes sin recursos, sin explicarles los efectos que dichos ensayos pueden provocarles a corto plazo. Aún con todo, la administración Bush ha autorizado en sus últimos presupuestos, una ayuda "especial" de miles de millones de doláres para estas mismas empresas, incluso a pesar de que algunas de ellas están siendo investigadas por el F.B.I. por sus experimentos no del todo "claros".
Pero no sólo ocurre esto en el otro lado del "charco". En Europa se produjo hace unos meses, por parte de países de la Unión Europea, una compra masiva de "Tamiflu" un medicamento que aunque reduce los síntomas de la gripe, no está demostrado que tenga ningún efecto contra la temida gripe aviaria. En cualquier caso el anuncio de ésta enfermedad desde finales de año, ha provocado que se dispare en bolsa la cotización de las accciones de ésta y otras farmaceúticas.
Aparte de todo ello, en los países occidentales lleva dándose desde hace años un masiva "sobremedicación" de la población, que ahora se achaca a la "automedicación" pero que lleva siendo orquestada por muchos médicos en colaboración con las propias famaceúticas y los mismos gobiernos, desde hace décadas. Todo ello a cambio de apoyos electorales o favores ya sean económicos o a través de otro tipo de recompensas no menos suculentas. Eso nos sitúa a los consumidores en la parte más baja de la cadena y en una posición de indefensión contra la que poco podemos hacer. Quizás acudir de nuevo a la naturaleza, los remedios caseros que tanto beneficiaban a nuestras abuelas (que apenas cogían resfriados), y que son mucho más económicos que los medicamentos. Porque incluso la campaña sobre la compra de medicamentos "genéricos" está resultando ser insulsa y escasa a nivel informativo (es evidente, a los médicos no les genera ningún beneficio recetarlos ).
Teniendo en cuenta que los pricipios esenciales de los medicamentos industriales se basan en plantas y remedios conocidos por naturistas y homeópatas, no sería descabellado plantearse, ante un dolor de garganta generado por un resfriado, decidir entre una cucharada de miel natural (como hacían nuestros abuelos) o una pastilla que nos quitará el dolor de garganta pero nos puede provocar insomnio, jaquecas, y otros "extraños" efectos secundarios que es seguro que suavicen medicamentos de la misma empresa (casualidades de la vida ). En el fondo y como casi siempre, en nuestras manos queda el tomar una decisión u otra .
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